De cómo mi obsesión por los Louboutin me impedía disfrutar de mis Converse

Hace poco leí, no recuerdo dónde, que esa gran ‘quimera’ o ‘utopía’ que parece a veces el ‘ser feliz’, era simplemente, simplemente dicen (ironía), no desear nada más de lo que uno tiene, lo que viene a ser, no necesitar nada más. En cierto modo me parece un poco placebo para el alma, ya que, por lo que suelo ver a mi alrededor (incluyéndome a mi misma), todo el mundo parece estar insatisfecho y quiere más, y sinceramente un poco de ambición en la vida, no le viene mal a nadie.

En su justa medida.

Desde las ‘grandes categorías’…Amor, salud,dinero, trabajo, amigos, éxito profesional, formar una familia…hasta  las ‘pequeñas’: estar guap@, más delgad@, más fuerte, unos Louboutin ( y aguantar un día entero sobre ellos), una tele de 64′, viajar a la Polinesia sin que te pille un tsunami, conflicto internacional o controlador aéreo ‘de baja’ de por medio, pasando por las ‘irreales’: jugar a  Michael Douglas en un día de curro en el que te cargarías a todo el que se te pusiera por delante, ser la pareja de una celebrity, ganar un Goya…whatever!

En definitiva deseos, todos ellos,  que a veces se pueden realizar porque dependen de nosotros mismos ( y nuestra capacidad adquisitiva en algunos de ellos jeje) y otras por desgracia, en la mayoría de los casos, son altamente improbables.Y ahí es a donde quiero llegar. La mayoría son altamente improbables, cada vez estoy más convencida,que en realidad, no  están destinados a  ser materializados y que su función es única y exclusivamente, la motivación para seguir adelante. Mientras la función permanezca clara y nos sirva para disfrutar del camino, genial. Al final, deberían ser el medio, no el fin.  El problema es cuando la no consecución de los mismos, acarrea frustración.

Pensemos fríamente, por qué algo que NO tenemos o algo que NO conocemos, sino que imaginamos o idealizamos, hace que nos sintamos más desgraciados de lo que en realidad somos por no tenerlo. Por qué queremos cosas que no tenemos, cosas que ya tuvimos  y cosas que nunca tendremos. Por qué ‘no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde’, es un poco triste, no? …tener que esperar a no tener algo para quererlo.

¿ A dónde nos lleva eso?. A los efectos colaterales de los deseos. Perdemos tanto tiempo ansiando y pensando en el cómo sería…y si…quiero esto, quiero lo otro…que vamos dejando por el camino olvidadas y devaluadas las cosas que SI tenemos. Y que paradójica mente  serán las que queramos cuando no las tengamos…pero vamos a ver, es muy estúpido, no? por qué los seres humanos somos tan tontos?.

Hace unos meses me probé unos Louboutin preciosos, altísimos e imposibles, y a pesar de que me gustaban mucho, decidí que no quería (ni podía) gastarme tanto dinero en unos zapatos que me iban a hacer daño sólo con mirarlos, que no aguantaría ni dos horas con ellos puestos y que mis pies no estaban hechos para esos zapatos,  por tanto, no podía ser. Sin embargo, en lugar de olvidarme de ellos, seguí pensando, obsesionándome  e idealizándolos como los mejores zapatos del mundo, a pesar de que en el fondo sabía que no eran para mí. Mientras tanto,  caminaba con mis viejas Converse azules, que tanto han pisado conmigo, que siempre han estado ahí y que de tanto usarlas, se han quedado tan desgastadas, que en breve, ya no me las podré poner. Pero al lado de los Loubutin, por favor! no son nada! no se pueden comparar! pero … qué me hacía más feliz en realidad, el deseo de los tacones de suela roja o caminar como soy yo en realidad? Si tuviera que tirar mis Converse a la basura me dolería mucho más que la idea de no tener los taconazos. Por tanto, para qué quería yo semejantes zapatos?

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En conclusión, al final, quizás esa frase no es tan placebo y debería ser bajo la que deberíamos educar a las nuevas generaciones,no?  para nosotros, me temo que ya es es demasiado tarde porque somos la generación de los eternos insatisfechos. Pero sabéis qué? ahora mismo voy a coger mis preciosas Converse azules, me las voy a poner y voy a caminar y disfrutar de ellas mientras caminen conmigo.

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